El Paso Morning Times (El Paso, Tex.), Vol. 38TH YEAR, Ed. 1, Monday, April 1, 1918 Page: 4 of 4
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CUATRO
EL PASO MORNING TIMES. EL PASO. TEXAS
mm
para Todos
I
i!
Pag
Amena
Clara
L
Con mu diez y ei año ru-
bia con aua sonrosada meji-
lla Clara es linda como una
primavera al nacer. Se apoya
de rodo aobre la ventana ba-
ja de la casa de ladrillo que
ae levanta aislada al borde del
agua entre las temblorosas ra-
mas de lilas pobladas de pija-
roa y bañadas por el sol. No
piensa no suena no sigue con
la mirada a la golondrina que
vuela que toma y que desa-
parece; no escucha la corriente
del rio que se desliza.
Esta allí sin saber por que.
vagamente feliz en una incons-
ciencia que sonríe. En la ven-
tana y en medio del paisaje sin
darse cuenta completa el cua-
dro agregándole una gracia un
encanto un colorido y un es-
plendor mis; ignora que es ado-
rable y es necesaria al delicio-
so conjunto de la mañana de
primavera como la rosa ignora
que se entreabre como la bri-
sa ignora que murmura.
En aquel rincón de la Natu-
raleza formado por el artista
invisibleaue combina los efec-
tos de las auroras y las pues-
tas de sol completa sin que
nada la impulso ni se le ad-
vierta la belleza misteriosa.
De repente mientras está
asomada a la ventana el viento
le arrebata de sus cabellos una
pequeña reglantlna roaada a la
que esta atada una cinta; lle-
va la flor la deja caer en el
río y ae sonríe de su travesura.
La eglenüna con la cinta
que deja tras si una fina estela
sigue la corriente del agua en-
tre los inclinado sauces y una
pintada mariposa posándose
sobre ella en un continuo ale-
Iro parte para un largo viaje.
II.
Toda la noche en una de
las mas pobres rasas de la ciu-
dad un joven ha llorado con
loa puños en las aienea gol-
peando con loa codoa una pe-
queña mesa da madera en
donde hay unas .cartas esparci-
das. Las luces del alba que disi-
pan las sombras del cielo no
ahuyentan las tristezas de su co-
razón dolorido.
El joven se levanta va vie-
ne parándose a intervalos ce-
ñuda la frente mordiéndose los
labios.
Ella ya no le amal
Aquella encantadora niña
en quien él tenia cifradas to-
1 das las alegrías que le hacia
olvidar las miserias de la vi-
da ha partido para no volver
mas y ha partido llevando a
otro en su corazón I
Después de tantas prome-
sas tan llenas ayl de ternura;
jura a otro amor eterno Oh
la infame I tQué eerá ahora
de él tan solo y sin esperanza
Las gentes ricas o notables
que tienen los consuelos del lu-
jo o de la gloria no deben su-
frir tanto cuando los abando-
nan de repente a aquéllas a
quienes adoraban.
Pero él pobre desconocido
sin amigos ni familia qué hará
en laa horas ociosas y caál se-
rá el mañana que le haga per-
der el amargo recuerdo del
adorable ayer? cuando piensa
que no volverá a verla que no
la oirá que todo ha concluido
por completo le asaltan los de-
seos da despedazar los muebles.
de poner fuego a laa cortinas y
de morir bajo los escombros y
las cenizas de su habitación. Al
manos no vivirá un instante
más en tan querida y odiada
estancia.
Empuja la puerta y sale atra-
vesando la ciudad todavía dor-
mido. Mira las celosías cerra-
das. Golpea en el suelo con
el pie se muerde los puños se
agita como el que huye. Lle-
ga a la orilla die rio que roery
profundo corre entre lot in-
clinados sauces; pero ni el fres-
co rocío de la mañana ni la
alegría de las yerbas removi-
das por la corriente ni el espa-
cio iluminado por el sol tran-
quilizarán al pobre joven.
Medita por mucho tiempo
con la vista fija en el agua.
No puede separar sus miradas
de la límpida superficie plana
como la loza de una tumba.
Morir I Este es el pensamien-
to que lo asalta. St morir!
(Y por qué no? (Qué hará de
la hora?
Todos los hombres son ma-
los todas laa mujeres son per-
versas. Toda dicha humana
tiene por hermana gemela la
desilusión. No es cierto que
existan ternuras eternaa y lazos
jamás rotos. La felicidad que
no ha de ser duradera Valeria
pena de ser deseada? (Para
qué sonreír si habrá de llorar!
Ahl Esta vida ea espantosa.
IV cuánto mejor es la muertel
No cree ya en las tiernas pala
bras; detesta los apretones de
manos baio las enramadas:
maldice todas las mujeres. Yr1
no vacila; morirá I Sí. allí
en las profundidades de) agua
hallará eterno reposo el olvido
de laa traiciones y los recuer
dos. iCuán grato debe ser dor
mir sin malos sueños I Justa
mente la hora es propicia.
Está solo nfhto a la ribera.
Se inclina después de un sa-
cudimiento de hombros como
despreciando la vidá se inclina
una vez más; va a lanzarse en
el cristalino río acariciado por
la luz en la verde tumba ilu-
minada por los rayos del sol.
(Pero qué es aquello que ve
allí a flor de agua cerca de
él? Es una eglantine a la cual
ae anuda una cinta rosada que
deja una fina estela y sobre
ella una mariposa que viaja en
un continuo sacudimiento de
alas.
Ill
No se ha arrojado al agua.
Ha cogido la flor a su paso la
flor y la cinta y ahora se. enca-
mina a lo largo del rio miran-
do la eglantina con melancolía.
(Por qué? No la aabe la con-
templa y a veces la besa.
De donde puede venir esa
flor? De qué cabeza de que
talle lia caído? A él parece
que ha estado allí expresamen-
te para recordarle que la vida
no ea tan amarga y que el hom
bre no debe por razón de una
picadura en el dedo o en el
corazón dejarse abatir por las
roaas o por las mujeres. No
se ha atrevido a morir en el
agua por donde ella pasaba.
Pero este enternecimiento dura
poco. Rehusa el idea de vi-
vir. La ira y las angustias le
asaltan con más violencia. Aque-
lla flor miente como las bocas.
Y con un gesto que dice
adiós a todas laa miaerias a
todos los perjurios a toda laa
desesperaciones ae inclina de
nuevo hacia al río.
Está completamente resuelto.
Ahora nada se detiene. Va a
langarse ya. .
lAh. mi flor y mi cinta!
dice una vocecita parecida a
una nota lanzada por un paja-
rillo.
El joven retrocede; Te en la
ventana baia de una casa de
ladrillo entre la espesura de
grandes lilas reclinada una ni-
ña linda como la primavera
con sus diez y seis nftoa rubia
su cabeza fresca y sonrosadas
sus mejillas.'
Esta flor es vuestra seño-
rita? Y porque al devolvérsela ha
rozado con su mano loa temblo-
rosos dedos de la doncella sien-
te que su corazón sigue a la
flor y se posa sobre ella en
un estremecimiento como una
mariposa que parte para largo
viaje.
Catule MENDES.
EL ROMANTICISMO DE LA
NOCHE.
Armoniosa trinidad pronta
a encender las divagaciones del
hombre meditativo formaron
siempre la luna el río y la noche.
Honda r inmortal es au her-
mosura que con tanta resistencia
arraiga en el corazón limpian
dole de las impurezas flotantes
en plena claridad diurna. La
noche es al alma despierta lo
que el reposo al cuerpo fatiga-
do lo que el bálsamo a la llaga
viva. . . Y qué nuevo elogio
incensar a la luna boquete
abierto en la noche por el que
se derrama la voz de otro mun-
do quizá más venturoso y me-
jor que el en que nos debati-
mos?? (Y cómo no regocijar-
nos intimamente de que la luna
y el río mantengan su noviazgo
secular todo castidad y armo
nía en medio del eatrépito
mundano nacido de rilada
contiendas o inacabables batalles?
La noche el rio y la luna
son tres majestades biénvenldas
que velan por el reinado de la
serenidad al margen del albo-
roto; tres hadas de cuento que
a la orilla de la ciudad la arru-
llan acallan y dulcifican; tres
hermosuras silenciosa infini-
tamente -buenas a la que de-
ben gratitud loa soñadores los
ausente los errabundos los
enamorados y lo niños: todos
aquellos que han sed insaciable
de poesía.
Emoción Nocturna
Al amor de la noche y en el ensombrecido
parque te hallé. . .Fué en tiempos de inefable inquieud.
en que cigarra de ovo y en roaal florecido
regocijadamente canta la juventud.
Tus frasea revelaron de un amor el olvido
y de tu primavera miré en la plenitud
laa roaas cual ai todas hubiranee aterido
de una íntima tragedia bajo el funesto alud.
En tu alma doliente vi rutas luminosas;
tal un jardfn preecario se transparente en rosas V.
y en un cielo invernizo los astros brillan más.
Cuando el pasado exhorto para inquirir tu huella
acude a mis recuerdos la evocación de aquella
inolvidable noche. . .Bohemia dónde estás?
Dónde estarás ahora? . . .En la escena has vivido
y has expresado en ritmos tu noble sentimiento;
en laa obra que incluyen romántico argumento
no has simulado penas sino las has sentido.
Siempre en tu voz el contó conmovedor has sido ;
y en tus labios he visto reír el sufrimiento
sentimental artista en cuyo suave acento
tu corazón acusa lo mucho que has sufrido.
Ante distintos públicos fuiste flor de la escena.
Maa quién miró en tu vida ni vislumbró tu pena?
Yo por tus confidencias y al oírte cantar.
El amor en tí es ruego y lágrima y reproche ....
I Ann escucho tus cuitas como en aquella noche
de la que acaso nunca te llegues a olvidar!
JUAN DUZAN.
ESOS OJOS.
trarse sin tregua. Sabrosa esen
pensación establece la ñocha
la tragicomedia humana cuf
do habiendo tantos miseros q-' Isa envidia es una pasión
abaten la frente desdeñoso ' traidora y propicia a la hipo-
su redención hay tantos lt CMC. Ea al odio como ta
lices que elevan la mirada f ai ganzúa. la espacia; la emplean
la Envidia y el Odio
solas transcurriendo por le c u
dad sin luces de artificio pv-
den entre las tinieblas aenu
se niños poetas y soberana
esto es ungidos.
"Con el ancho río. entre" tan-
to y sobre el estremecimierM
de sua ondas las claridades
la luna cabrillean con mij
opulencia de pedrería ...
El castísimo noviazgo de I
luna y el rio amparado poj lo
romantisismos de la ñocha si-
gue siendo fuente de $cje"
En tanto unos hombres gon-
baten enconadamente a la "t
del sol otros doloridos y
bilosos a la orilla de un '
que ae marcha lleno de (una
sin llevársela nunca soñarán
E. Ramírez ANGEL
EL REY ALFONSO Y LOS
PRISIONEROS DE QUERRA.
La tre dócile servidoras
del misterio hechicera veste
bajo Is cual no hay cuerpo de
forme ni malaventuradamente
contrahecho.
La noche corrige las imper
fecciones de la ciudad borran
do sus durezas y avalorando
sus cualidades. El sol puede
ser tolerante y sí bajo su luz
no hay nada nuevo tampoco
puede afirmarse que todo
loable. Pero las noches de lu
na extendiéndose sobre la gris
aglomeración del caserío pro-
digan misericordia sin igual.
Vienen a ser fe de erratas man
to de olvido baño lustral in
dulgencia y efusión.
Sí algún malvado se ampa
ra en la noche siempre será
un despistado un desertor un
rebelde un rezagado de laa tor.
vedades del día en la ciuudad
La noche de un modo inapela
Esos ojos. . . .Yo quiero esos ojos
que tuvieron piedad de mis males . . .
Astros en mi cielo luz en mis enojos
motivos de llantos y de madrigales. -
Yo seré su dueño.
Les daré por siempre mi vida y mí sueño.
Lograré para ellos todas las ventura
que acaso me cuesten enormes esfuerzos.
Bañaré de ilusión mis locuras
llenaré de sonrisas mis versos.
Esos ojos. . . .Yo quiero esos ojos
esas dobles ternuras de .luz. . . .
Eatrellitaa claras sobre mis abrojos
astros de mi cielo clavos de mi crua.
GUILLERMO SARA VI.
ble con el alto manto de sus
constelaciones y la blanda fra-
gancia de su aliento es para
loa sanos de espíritu para loa
que" en el pacífico imperio de
la tiniebla azul quisieran elevar
el faro de las Concordias uni-
versales a cuya luz acudirían en
miríadas como mariposillas to-
das laa buenas voluntades. La-
borar entre sombras fué casi
siempre anticipar y acrecer los
resplandores de la aurora.
Menguado espíritu empobre-
ce a aquellos a quienes la noche
no cautiva luego del cotidiano
tragín de la noche. Tal dijé-
rase de la criatura qua en la
aridez tediosa del desierto no
se sobresalta de alegría cuando
ve que a lo lejos un árbol le
brinda la bendición de su som-
bra. Todo cuanto de deleznable
tenemos los hombres se le da-
moa al día a la insolencia de la
luz a la procacidad del sol.
Pero recordar leyendas ritos
misterios consejos historias y
exaltaciones para la noche fue-
ron; en la noche se crearon y
en la noche se perderán. El
rmmerip con su tirso o su guar-
cnWaTcon su cetro o su acicate
es un soplo de la noche; de las
entrañas de la noche surge su
inquietante silueta y en el in-
menso fondo de la sombra se
contorsiona se transforma y se
disipa . . .
Los que tienen ojos y no ven
ciegan en la noche. Son má-
quinas de carne míseros mon-
tones fisiológicos sombraa de
vida que en la tierra se perde
rán sin abrir un surco de res
plandor. Caserón cerrado y
polvoriento fué su espíritu
donde no moró nunca el duen-
decillo gentil de la ilusión y por
diseminar excesivas miradas
sobre el haz de la tierra no ti
pieron ver la excelsa merced
del cielo estrellado. Argos de
ahora les faltó la perspicacia
pupila dely alma para ad
vertir su triare ceguera interior
Honrosa fortuna la del que
guata divagar bajo el "dulce
mentir de laa estrellas" ataca-
do de la saludable misantropía
por virtud de la cual el árbol
la nube el astro y. el agua con-
servan su inmarcesible suges-
tión I
Y aún la misma ciudad co-
mo se ha dicho antes cambian
gracias a la noche de vestidu-
ras haciéndolas más nupciales
y gallardas.
Prosaísmos y fealdades ae
extinguen; la eatridencia pasa
a aristocratizarse en melodía; la
contracción de tortura en gesto
suave de placidez; el cardo fué
convirtiéndose en camelia y lo
que hería mece; lo que deaa-
zonaba consuela.
Allá en lo alto otros mun-
dos fosforecen levantando el
espíritu dando alaa de maripo-
sa al gusanillo cansado de arras
En vista de que las condicio
nes sanitarias dice "La Epo
ca" de Madrid eran muyjdes-
favorables para los alera"'"
detenidos en las posesione! niri-
canaa de Portugal especiafci'n-
te en Lourenco Marqués a' au-
la del clima tropical ej gdhier-
no alemán venía insistiendo ha-
cia tiempo ante el portui
respecto a la evacuación dr los
campos de internados en V ri-
ca y en el transporte de lo
alemanes a un punto de n nr
clima.
Loa esfuerzos hechos en "te
sentido por la embajada jteipa-
ñola en Lisboa que representa
los intereses de los alemanes en
Portugal fueron apoyados efi-
cazmente por el rey de Esp.'ña
llegándose a un resultado satisfactorio.
TESOROS ESCONDIDOS.
lo
Hay esparcidas por
océanos numerosas islas en
cuales se dice que .existen
gentes tesoros escondido. En
algunas de esas slaa se han rea
tizado ya tentativas para recti'
perar tales riquezaa. Un di
ellas es la de Cocoa. J.n e
mismo caso se encuentra 1 isla
Pagana ele! archipiélago pe lo
ladrones. Se dice que cerca
del cráter del activo Volcán
de esa isla unoa piratas encen-
dieron un tesoro enorme. Para
encontrarlo se han nv mío
inútilmente alrededor de '000
libras. En cambio otras ten-
tativas han alcanzado rxito.
Por ejemplo un marine: de
Liverpool llamado John Adams
desenterró en la isla Auxklan.
hace algunos años una -urna
que ae race oscilar entra
150000 y 2000 mil libran. Y
Williams War son. un pastor
halló cerca de una tonelada de
oro que había sido enterrada
en una de las islas de la Reina
Carlota. Por lo demás se sa-
be que dpa marineros deserto-
res llamados Handley y ros
consiguieron descubrir el sitio
en que catana enterrado un te
soro escondido en a isla Oackv
cwt ae ib cosía ae .Nueva
tscocia. y que ante aur ello.
otro hablan tratado en vano
de encontrar.
os que no tienen brazo robus
to y el corazón valiente.. En
los ímpetu del odio puede pal
pitar el gesto do la garra que
en un altivo estremecimiento
destroza y. aniquila; en la su-
brepticia reputación de la en-
vidia sólo se percibe el arras-
tramiento tímido del que ra
peta el monto y teme a la fuer
za y . solo trata .de hincar en
los talones sus incisivo.
El odio puede ser justo mo-
tivado; la envidia es siempre
injusta pues la prosperidad no
daña a ndie. Esta dos palo-
nes como plantas de una mis
ma especie se nutren "y forti
fican por causas equivalentes:
Se odia mis a los perverso y
se envidia más a los meritorio.
Por eso. Temístoclea decía.
en su juventud que aún no ha-
bla realizado ningún acto bri-
llante porque todavía nadie le
envidiaba. Así como los ro
sales mas floreciente la envi-
dia alcanza a los hombres más
famosos por su carácter y por
su virtud. El odio no es de-
terminado por la buena o la
mala fortuna; la envidia sí. Co
mo un sol que iluminando per-
pendicularmente desde el más
alto punto del cielo reduce a
nada o muy poco la .sombra
de los objetos qua están debajo
así. observa Piularlo el brillo
de la gloria achica la sombra
de la envidia y la hace desa
parecer.
El odio que clama y asalta es
temible; la ejrvidia que calla y
conspira afobrega. Algún li-
bro admirable dice que es co-
mo el carie de los huesos; ese
libro es la Biblia de seguro.
Tiene que serlo. Las palabra
más crueles que un valiente o
puede arrojar a la cara no os
ofenden la centésima parte de
la que el envidioso 'va sem-
brando constantemente a vues-
tra espalda. . Ignora las reac-
cione del odio y expresa au
inquina incapaz de encrespar-
se en ímpetus viriles: diríase
que su boca está amargada por
una hiél que no consigue arro-
jar ni tragar. Así como el acei-
te apaga la cal y aviva el fuego
el bien recibido contiene el odio
en los nobles espíritus y exas-
pera la envidia en los indignos.
El envidioso es ingrato como
luminoso el sol la nube opa-
ca y la nirve fría: lo es na
turalmente.
El odio es rectilíneo y no
teme la luz; la envidia es tor-
cida y trabaja en 1 sombra.
Por eso envidiando se sufre
más que odiando: como esos
tormentos 'enfermizos que tór-
nanse terroríficos de noche am-
plificado por el horror de las
tinjfbla.
El o&io puede hervir ep loa
grandes corazones; puede aer
justo y santo; lo es muchas ve-
ces cuando quiere borrar la
tiranía la infamia la indigni-
dad. La envidia es de cora-
zones pequeños La concien-
cia del propio mérito suprime
toda menguada villanía; el
hombre que se siente superior
no puede envidiar ni envidia
nunca el loco felón que vive
con delirio de la grandezas.
Su odio está de pie y ataca de
frente. César aniquiló a Pom-
peyó sin rastreria; uoneieiio
venció con su Cristo al ae
Brunelleschí sin abajamientos;
Nietzche fulminó a Wagner
am envidiarle. Así como la
genialidad presiente la gloria y
da a aua predestinado cien"
ademán trascendente y apoca-
líptico la certidumbre de un
obscuro porvenir vuelve mio-
pes y reptiles a loa mediocres.
Por aso loe hombre sin méri
tos siguen siendo envidioso a
pesar de roa éxitos obtenidos
por su sombra mundana como
si un remordimiento interior les
gritara que los usurpan sin me-
recerlo. Es conciencia de su
mediocridad ea su tormento;
comprenden que sólo pueden
permanecer en la cumbre im-
nidiendn aur otros lleguen has
ta ello y loa descubran. La
envidia es una defensa de las
sombras contra los hombres.
Jo.é INGEGNIEROS.
DAMAS DE LA CRUZ ROJA.
Informan de París; que ha
llegado de Lisboa' y ha mar-
chado al frente francés el ter-
cer grupo de señores de la Cruz
Roja Portuguesa que va a pres-.
tar aua humanitarios servicios
en los' hospitales.
El secretario de la legación
de Portugal señor Vasco de
Quevedo ha obsequiado con
un té a sus distinguidas com-
patriotas. t i
TEATRO
CRISTAL
gg
7 I 3 Calle Sur El Paso.
Siempre el preferido
por les mexicanos
La Gran Novedad
del Dia!
Acontecimiento de
Actualidad!
MARTES 2 DE ABRIL
"La Retirada de les
Alemanes en Arras"
Primer Capítulo de esta Se-
rie de Guerra la más sen-
sacional de cuantas se han
exhibido hasta hoy.
Completará esta función
de Lujo la grandiosa vi ta
"EL CENTENARIO DE
MEXICO"
en que se desarrollan acon-
tecimientos hostóricos de
nuestra Patria.
Precio Invariable 5 Cts.
SABADO 6 DE ABRIL.
"Los Ojos
del Aguila"
No
falte Ud. al Primer
Episodio.
MUTILADO
vate perfumado como una muchacha á la moda
me gritaba:
Qué hace usted tan de noche por estos rum-
bos) Vine al taller le contesté secamente.
El no me dijo una palabra más y yo comprendí
que cr ael galán de la bella señora de Gamir.
v.. WMk " ...
i
J' " V - '
S"- ...... "
0 ;"''.' r'.t ' ' . V g..
i
ALBERTO SUSTAITA
la cabellera flotante ceñida la frente por una cinta
blanca girando en- una etema danza cuya deli-
cada música conservo en mi memoria por una de
esas maravillosas obras de la imaginación. Las
oncellas lanzaban flores al aire flore coloridas.
que formaban arcos ojivas bóvedas planas; todo
aquello triunfal como preparado para un acto so-
lemne: la regia entrada de un monarca descono-
cido! Cal luego en una' densa y profunda oscuridad
donde hasta el sonido llegaba lento con una mar-
cha desesperante. Mi pensamiento no sentía el
mundo y la vida roe parecían una tumba lejana á
dorjdc no llegaban oí los golpes de azada del ho-
yanco que habla de guardar loa restos de un sér
q -5 fuá 1l
Los repetidos golpea dados á mi puerta me a-
r ranearon de aquella especie de delirio que iba
cada vez más torturando m cerebro y desperté
lanzando un hondo aurpiro como si efectivamente
a' ndonase un sitio donde rru pecho -s encontraba
oprimido y me dispuse á levantarme para ir á
abrir.
Vanl. . . van!. . .
Los golpes cesaron y me apresuré á abrir es-
MUTILADO
que tantas vece hamía contribuido á calmas mió
tormentos y agitaciones la paz y el reposo se apo-
derarían de mi ánimo y el sueño vendría á devol-
verme mis perdidas fuerzas.
No fué así: visiones á cual más estrambóticas
cruzaron por mi frente sueños delirantes crecían
instantáemente alcanzaban su forma tangible y
ae desmoronaban al tocarlas. Amelia coronada
de lurel envolvió mi cuerpo en telas donde insignes
pintores habían vaciado el numen de su inspiración
y me hacía recorrer escenarios y escenarios escu-
chando siempre el aplauso atronador de los públi-
cos entusiastas; Violante me tendía sus brazos
en tin acto de suprema complacencia y al estampar
su beso en mi cabellos múltiples salones decora-
dos con lujo innumerable "budoirea" de exquisito
gusto surgían de mis manos y selvas umbrías bos-
ques frondoso mágico jardines fuente capricho-
sas todo nacía al contacto de mi pincel y se escu-
chaba el vago rumor de laa multitude asombrada.
De la azoteas por donde mi vista solía pasear
en los rato de ocio se levantaba como una ligera
niebla á la aalida del sol una banda de incontables
vírgenes aladea que se desprendían del piso con los
ojo púdicamente entornados cogida de la roano
ALBERTO SUSTAITA
xiy.
.Esa noche en que había dado principio á a fija-
ción de mi vida en la entrevista enida con Violante
apartándome de lo cafetines fiapsiriss y lugares
donde la gente se reúne á comen tañar la función
teatral rae dirigí á mi cuarto de la calle B.
Un enjambre de pensamientos risueños unos
y melancólicos lo otros poblaban mi cerebro con- .
virtiéndolo en un colmenar: Violante la señora
Espinosa la señora de Gamir mis nuevo traba-
jos mi querido vate metido en una empresa poca
á proposito para la pureza de u idea mi triun-
fo; todo bullí se agitaba y palpitaba an mi men-
t te con una claridad de minucioso detalle que
I
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El Paso Morning Times (El Paso, Tex.), Vol. 38TH YEAR, Ed. 1, Monday, April 1, 1918, newspaper, April 1, 1918; El Paso, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth200148/m1/4/: accessed April 30, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting University of Texas at El Paso.