El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 114, Ed. 1 Saturday, April 25, 1891 Page: 2 of 4
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, "Sólo el que ha probado el su
premo infortunio está en condi-
ciones de sentir la suprema feli-
cidad. ¡Se necesita haber queri-
do morir, Maximiliano, par saber
lo dulce que es vivir! !
"Vivid, pues, y sed dichosos,
hijos queridos de mi corazón, y
no olvidéis nunca que hasta que
Dios se digna descorrer al hom-
bre el velo del porvenir, toda la
sabiduría humana estará reunida
en estas pal abras: conjuir y es-
perar."
"Vuestro amigo,
Edmundo Dantís,
Conde de Montecristo.
Valentina, al oir que su padre
estaba loco y su hermano muerto,
se puso pálida y dió un prolon-
gado suspiro.
Su felicidad le costaba bien
cara.
->Pero el ('onde exagera su
gratitud—dijo Morrell.—n¿Dón-
de está? quiero verle.
Jacobo extendió la mano ha-
cia el horizonte.
,— ¿Qué queréis? ¿Dónde es-
tá el Conde, dónde, está Haydóe ?
—repuso Valentina.
—Mirad.
Los dos jóvenes se fijaron en
el punto que señalaba el marino,
y distinguieron allá á lo lejos
una vela blanca del tamaño de
un ala de pájaro.
—N¡Se ha marchado!—exclamó
Morrell.
¡Adiós, amigo mío! ¡adiós,
padre mío!
—¡Se ha marchado ¡-^murmu-
ró Valentina.
pAdiós, amiga ujía! ¡adiós,
hermana mía!
¡Quién sabe si los volvere-
mos á ver!'—exelamó Maximilia-
no con tristeza.
- — Amigo mío,—repuso Valen-
tina—acaba de decirnos eí Con
de que toda la sabiduría huma-
na se encierra eu estas dos pala-
bras.
/Confiar y esperar!
FIN.
^ a ^
La mujer para que tenga mas
atractivos que los que la* natura-
leza le ha concedido necesita:
Coser y cocinar •
Ser buena
No ser ociosa
Vestir con gusto •
Ser viva y alegre
Evitar los enredos
Guardar los secretos
Dominar su genio.
Tener graciosa crítica
Tener la casa limpia
i ' 1
Ser el encanto de la casa
Respetar la vejé*
Ser la honra del marido
Llevar el traje que porte,
Cesarse con quien tengr méri-
to real.
i QUIEN FUERA HEMBRA?
• .
Ya me cansa el pantalón,
origen de mi tormento.
Lo digo como lo siento:
¡reniego de ser varón!
Gozar tantas preminencias
digo que no me divierte.
¡Esto de ser sexo fuerte
tiene mil inconveniencias!
Sostengo que es una guasa
y una constante vigilia
el ser padre de familia
y cabeza de la casa.
El tener que mantener
la familia es horroroso.
¡Pues a pe Das es costoso
dar á tantos de comer!
Es una dificultad
que no negará ninguno.
Hoy, en el mundo, come uno
cási por casualidad.
¡Ser mujer es delicioso!
Es una fortuna rara
eso de casarse para
que las mantenga su esposo.
No hay trance que más n e
asombre,
¡Buscar un duro!. ..¡Qué apuro!
La mujer se gana un duro
Mucho más pronto que el hombre.
Lo más dulce le tocó
á esa mitad cara bella
¿ Qué viene la paga ?.. v. Ella.
¿Qué viene el casero*..../ Yo!
Para ellas lo divertido,
el gozar en dulce calma:
¿ pero hay que romperse el alma ?..
Pues para eso está el marido.
¿Que las hacen el amor....
Pues el matarse interesa.
Somos los perros de presa
guardadores de su honor.
Son cómodas las enaguas,
y en esta idea me aferró,
Mucho mejor que ser perro
es ser perriUi de aguas.
Ventajas á no dudai
sobre los hombres encuentran
¿ Van al baile ?.. en cuanto entran
ya las sacan á bailar*
Y yo, aunque vaya hecho un jaque
y el no bailar me dé enojos,
metiéndome por los ojos
no encuentro una que me saque.
Que su vida es un tormento
dicen, y que es una cruz
el trance de dar á luz....
¡Eso es cuestión de un momento!
Son dos segundos de pena
que no me asustan, pardiez.
¡Más sufro yo cada vez
que doy un hijo á la escena!
Por los miserables cuartos
paso dos mil desazones.
¡Pues valientes comadrones
asisten á nuestros partos!
Un público aterrador,
deseando en su fiereza
que no saque la cabeza
el fruto del pobre autor.
¿Que al hijo su sangre dan
las madres.. Pues buen provecho.
Más fácil es darle el pecho
á un hijo que darle el pan.
Esta carga abrumadora
me pesa más cada día.
Mi tranquilidad sería
haber nacido sefiora.
¡Gozar completo reposo,
divertirme alegremente,
y comerme ricamente .
lo que ganara mi esposo!
< Y si era escaso su haber,
buscármelas... .¡No que no!
Bonita serla yo
para estarme sin- comer!
Jos* Jacson Vetan.
LECTURA PARA el HOGAR
TS 8 OS..'
[De un libro Inédito]
JU AN DE DIOS PEZ A.
Hago un esfuerzo de memoria«
y vuelvo á recordar el suceso, coa /
todos sus detalles, como si ayer >
mismo hubiese acontecido. De-
ello hace, sin embargo, diez
años si, algo más de diez afios..
—Tenía yo trece de edad y ha-
cía tres ó cuatro que, á hurtadi-
llas de mi padre y de mi maes-
tro, los cúales sujetaban y repri-
mían mi decidida afición á los
versos, esa afición que aumenta-
ba por instantes con mengua de
mi amor á las matemáticas; á hur
tadillas, digo, devoraba las odas
místicas de Carpió, los dramas
románticos de Rodrigue* Galván
y las dolientes estrofas de Ma-
nuel Acuña. Estos tres poetas
formaron durante mucho tiem<
po mi único tesoro literario.... A
cado momento, y en medio de
los áridos problemas del álgebra,.
recitaba yo in petto, bien la
silva "El Turco," bien el noctur
no "A Rosario," ó bien las enci-
nas del "Privado del Virrey."
Aquellas poesías embargaban mi
espíritu á tai punto, que hasta en
el sueño me perseguía su ritmo,,
alado y brillante, como una músi-
ca de gloria. Comenzaba yo &
sentir esas primeras impresiones
vagas, flotantes, indecisas, que
son como la revelación de unat
vida nueva, y que nos atraen con
el encanto irresistible de lo des-
conocido: franco y vigoroso des
pertar de nuestra admitración á
lo bello y de nuestro amor á lo>
bueno.
Por aquel entonces, casi toda
las tardes, al salir de la escuela
Preparatoria, nn poco fatigado'
de oir hablar, en mi obscura cía-
se del colegio chico, de senos y
cosenos, de trayectorias ó para-
lages, se adelantaba á recibirme^
un amigo que debía de estar en
espera mía desde algunos minu-
tos antes, á juzgar por el alboro-
zo con que, apenas me distin-
guía, comenzaba á saludarme
desde lejos. Era un jo^en, como^
de veintiséis años: larga melena
rubia que asomaba bajo el som-
brero hongo, desordenada é hir*
su ta; rostro blanco y enflaqueci-
do, lleno de hoyos y protuberan-
cias, como una máscara sacad*
de las ruinas de Pompeya; rala y
escasísima barba; boca grande
de labios delgados; ojos claros y
chispiantes; y traje bastante roi-
do y descuidado. Se llamaba el
tai Adrián María Rico. Era un
soñador pobre que hacíabellísimoe
versos y que tenía una alma más
bella aún. La muerte me arre-
bató este mi primer compañero
en letras. Y á esas horas cami-
nábamos sin rumbo fijo, solos, del
brazo, departiendo alegremente,,
por calles solitarias y lejanas, y
enmedio de la claridad del cre-
púsculo. Adrián me daba con-
sejas, me recitaba versos, me re-
comendaba lecturas....
Una de tantas tardes y cuan-
do regresábamos de nuestra poé-
tica excursión, cansada é* kH
ber hecho un
V
!
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Cruz, Pablo. El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 114, Ed. 1 Saturday, April 25, 1891, newspaper, April 25, 1891; San Antonio, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth192913/m1/2/: accessed May 22, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting UT San Antonio Libraries Special Collections.